Notas Autobiográficas del Dr. Héctor Read Barreras
En Berlín
Intercambio Eppendorf-Wirchow
En los últimos meses del año 1928 se me presentaron varias alternativas. Por una parte, quería hacer con la protección ó padrinazgo del Prof. Brauer, mi trabajo doctoral de tesis que pide la Universidad.
Por otra parte tenía deseos de trabajar en los Rayos X, del servicio de medicina, que regenteaba el Prof. Lorey.
Otro deseo era el de hacer una pasantía en el Instituto Tropical de Hamburgo, Director Prof. Nocht. Se me ofreció además dictar un curso de Medicina Interna, especial en español, que se estaba organizando (me conceptuaban capacitado para ello).
Esta última opción no pude aceptarla, porque me interesaba más mi perfeccionamiento que el beneficio económico, sin mencionarlo, y rehuí el asunto del “docente”.
Acepté el traslado al Instituto de Enfermedades Tropicales, pero pedí que antes deseaba pasar al servicio de medicina interna del Director Prof. Brauer, el cual se sintió orgullosos de mí, y aceptó mis peticiones. Así lo comuniqué a casa en carta del 11 de febrero (1929).
Me presenté al Instituto Tropical, y conocí entonces al Prof. Dr. Ernst G. Nauk, Patólogo del Instituto y con él deje “apalabreado” el asunto de mi traslado próximo futuro.
El Director era grande de los tropicales: el Prof. Nocht.
Debo decir algo de mis actividades en Servicio de Medicina del Prof. Brauer. (Véase nota mas adelante)
Así las cosas, el 28 de noviembre me mandó llamar el Prof. Brauer, para preguntarme si yo, al ingresar en su sección, quería ir a Berlín con otro asistente, el Dr. Voss, en intercambio con un asistente del “Hospital Wirchow”, de la Capital.
El médico de Berlín quería venir a Eppendorf, al Departamento de Dietética. El Prof. Brauer y el Prof. Küttener de Berlín, Director del “Rudolf Wirchow Krankenchaus”, de 3,000 (tres mil) camas, habían conversado, para introducir en el hospital berlinés los de Eppendorf. El intercambio duraría 4 meses. Acepté, y ambos Voss y yo, fuimos a Berlín, a primeros de diciembre. Ya hacía bastante frío.
Nos instalaron en el Hospital aunque el Dr. Voss tenía ciertas obligaciones de tipo militar que cumplir en Berlín, que le robaban mucho de su tiempo, para provecho suyo.
La suerte me venía deparando lo que yo había deseado, conocer Berlín, no como turista sino como habitante.
Diré del Hospital que era grande aunque no tan hermoso arquitectónicamente, ni tan bien situado como el de Hamburgo. Lo primero porque, debido a las circunstancias de la pasada guerra, todo lo habían pintado en tonos grises, hasta los muebles y las camas de los enfermos. Los pabellones eran de unos 60 a 100 enfermos: más pacientes aunque no más personal.
El Hospital está situado, lo segundo, como vengo contando, en un barrio de trabajadores.
Eppendorf era un barrio residencial de ricos: antes fue una aldea. Un parquecito y un árbol “Friedenseiche”, recuerda que “algo pasó” entre los vecinos, cuando sembraron el “árbol de la Paz”, el Roble. (o Encina).
Cuando me tocó ir al Wirchow, la plaza del Patológo estaba vacante. El Prof. Cristeler, fenecido, había dejado un atlas de histo-topografía, admirable obra de la cual conseguí un ejemplar, (que vendía su viuda). Presentaba grandes cortes histológicos, hechos con el microtomo de congelación, por ejemplo, de todo un corazón, con sus alteraciones patológicas.
El trabajo al microtómo fue realizado por una señorita técnica que se especializó en estos cortes, una artista del micrótomo, a quien conocí.
Para reproducción de los colores, dice el editor, tuvo que hacer preparar tintas de imprenta especiales.
También entonces conseguí un Atlas Dermatológico que traje para el Dr. Georg, un entusiasta de libros de este género.
Recuerdo dos compañeros, el Dr. Mumme y el Dr. Leher, con quienes trabajaba a la sazón, en buenas relaciones. Pero había otros más, amigos buenos.
En Berlín había ocasiones para conocer sabios y artistas de nombre internacional. El profesor francés Becquerell dio una conferencia, en alemán en la Universidad, sobre Radiaciones, fue concurridísima, como debía esperarse, al tratarse de un gran sabio.
Sobre la fiebre amarilla y su etiología dio otra celebridad, el Prof. Kuchisiski, unas conferencias muy importantes, aunque con el tiempo sus teorías se han olvidado.
Siempre había buenas conferencias en la universidad, pero no siempre podía atenderlas.
Asistí a un curso de Técnica de Rayos X, y otro de Diatermia, muy prácticos y demostrativos. Entonces comenzaban las instalaciones con circuitos seguros en los aparatos de Rayos X. Dos ingenieros dieron instrucción y práctica.
Visité el “Instituto de Higiene”, fundado por Petenkoffer, coetáneo de Pasteur. En una ocasión encontré el Bacilo Tífico por coprocultivo y (lo comuniqué al Hospital). El caso sanó, debo decirlo.1
Visité también, por haber conocido a la Directora (una viuda de guerra) en el viaje a Noruega, un asilo para niños minusválidos.
También los conciertos y teatros son importantes en Berlín. Había dos operas, la del estado “Stadt Opernhaus” y la Opera “Krohl”.
Los berlineses son amigos de las artes líricas. En una oportunidad me consiguieron un asiento en el que era palco del Kaiser, en la Opera estatal. ¡Cosas de la República de Weimar!
Ese invierno del 1928 al 29, fue muy crudo y terrible.
Vi en la emergencia del Hospital casos de congelación de las extremidades, en infelices que duermen a la intemperie, a lo mejor con un trago que los insensibiliza.
Una tarde Voss y yo salimos a pasear, caminando sobre el lago, el Wassen, helado completamente.
Fui a Hamburgo para pasar el Año Nuevo con mis amigos y encontré también el Alster helado: el tráfico de los vaporcitos había sido suspendido y los transeúntes lo cruzaban a pie; mientras los cuervos negros picoteaban en el suelo helado buscando alimentos.
Se decía que había sido el invierno más fuerte (frío) del siglo. Las líneas de ferrocarril se habían entorpecido . las locomotoras nuevas, más pequeñas pero fuertes, no podían halar. Recurrían a las viejas y pesadas máquinas que no se congelaban, por su gran volumen. Regresé a tiempo, a las 9 p.m. al Hospital Wirchow, en coche de caballo1
Cuando ingresé al Wirchow, se me hizo un reconocimiento general, reglamentario para todo miembro del personal; comprendía examen radiológico, urológico, etc. Es conveniente que así sea.
El profesor Kuttner examinaba delicadamente a los pacientes.
Tenía un tacto suave, a veces con una, otra con las dos manos, al hacer el reconcimiento del abdomen. Parece que sentía los órganos abdominales, a través de la pared. Solía también examinarlos en la bañera, como para neutralizar la presión del vientre. Le daba resultado.
Berlín me pareció una ciudad más alegre que Hamburgo. “Cada uno cuenta de la feria según le va”. Aunque no es el caso para mí (durante mi corta permanencia) no puedo juzgar: sólo se que a mi modo, lo pasé muy bien.
En Berlín nos visitó ocasionalmente el profesor Brauer, en el mes de enero. A su regreso lo acompañamos porque no se sentía bien de salud. Regresamos, el Dr. Voss y yo, al otro día a Berlín.
Romántica fue la Noche Buena que tuvimos en Berlín. Era luna llena y el tiempo claro; el suelo con 15 cm de nieve caída en el día; salimos a pie, bien vestidos para el frío intenso, a la oficina o estación de correos más próxima. Voss puso un telegrama a sus padres, y ambos suscribimos otro para el Eppendorferkasino de los médicos.
Para la celebración de San Silvestre, nos juntamos en el Restaurant “Baseler”,del barrio de Eppendorf, los esposos Harm, su hijo Carl y la novia, las Srtas. Khon, vecinas, Karl Liesche y su esposa (Tante Thea, hermana de la Sra. Harms).
Nota: El profesor Küttner era un gran “diagnosticador”. Tuvimos un caso de un hombre mayor -60-65- años. Que padecía del estomago; entró al hospital por hematemésis. A nosotros nos pareció un cáncer del estómago. Al profesor, sin titubeos, una úlcera. La autopsia confirmó lo último.
Al profesor Küttner, decían, y nos lo confirmó en una ocasión le presentaron el caso de un hombre con diagnóstico obscuro. No hizo más que verlo venir hacia él y opinó que le parecía una apendicitis. (Lo cual lo confirmó). Al preguntarle, él contestó que porque lo vi poniéndose la mano en la región del abdomen, cuando se acercaba.
Ya habíamos celebrado las bodas de Gerardo Inchusindague y Clara Horms, fui testigo. Partieron para Montevideo.
(También fue testigo el Dr. Arthur Heim, del Inst. De Patología Experimental).
Durante mi estancia en Berlín aproveché para hacer un curso de electricidad médica, que comprendió tres partes:
- Corrientes eléctricas, aplicaciones.
- Diatermia, y sus aplicaciones.
- Técnica de Rayos Roentgen: radiografía y fluoroscopía.
- Dosificación terapéutica.
Dictados por ingenieros de la casa Siemens. Muy demostrativos y prácticos. Los alumnos éramos unos 20, lo que ayuda a las prácticas.
(Mis notas están fechadas, comenzando el 26 de Nov. 1928)
Director: Ingeniero Graaf.
Nota. De la página 13.
Dos partes principales comprende la división del trabajo junto al Prof. Brauer.
Primero trataré de la referente a la Fisiología -esta palabra sino fue inventada por el, fue remozada y actualizada. Se crearon especialistas en Tuberculosis aparecieron los Fisiólogos
.
En verdad Brauer tomó más en serio el Pneumotorax terapéutico de Forlanini, un italiano, y lo metodizó, obteniendo brillantes éxitos terapéuticos de la Tubr. Pulmonar, que llamaron la atención del mundo médico.
Convencido de que el colapso del pulmón era la esencia del método, creó el término, más general aunque sinónimo, de colapsoterapia. Sin embargo, no estaba conforme con que el colapso pulmonar no se conseguía en casos de adherencias plegares, lo que lo indujo a forzar el colapso, quitando parte de la pared costal, que lo impedía. Así llegó a una operación quirúrgica bastante extensa que quitaba varias costillas. Hasta inventó instrumentos para facilitar las costonomias necesarias. En muchos casos el éxito fue completo.
El Prof. Sawerbruch de Berlín perfeccionó el método. Tuve ocasión de ayudar al profesor Brauer en una de esas operaciones
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