por William Read
La historia de estos dos países ha sido siempre difícil de comprender. Las circunstancias y eventos externos de cada instante han influído profundamente en su historia. Esta publicación resume los hechos mas importantes y sus consecuencias............
Parte I : La Vida en las Colonias en la 2da Parte del Siglo XVIII
La gran prosperidad de la parte francesa de La Hispaniola, había llamado la atención de Europa, mientras que la declinación de la parte española en lo comercial hizo que el Viejo Mundo olvidara que Santo Domingo era el punto mas antiguo de la civilización europea en el Nuevo Mundo.
Por Real Orden, la comunicación entre España y Santo Domingo se había restringido y solamente de tarde en tarde hacía escala algún galeón que iba de Cuba a Puerto Rico, o viceversa. La población de la parte española se había disminuido a fines del siglo a unos 125,000 habitantes, de los cuales, unos 40,000 pertenecían a la clase dirigente, unos 60,000 eran esclavos negros y el resto eran mulatos y mestizos de categoría indeterminada. Los 50,000 Km2 de territorio español estaban divididos en grandes fincas, pertenecientes en su mayoría a propietarios ausentes.
Del otro lado de la frontera (Frontera del Aranjuez de 1777) los franceses, magníficos ingenieros, habían convertido terrenos áridos en productivos mediante avanzados sistemas de riego, que permitieron su cultivo intenso. No así en la parte española.
Durante los primeros años de la colonia, la fuente de riqueza había sido la minería (oro y cobre) y cuando se agotaron las minas, la explotación de estas riquezas se mudó a Méjico y al Perú, pasando en la colonia española a ser la ganadería y la agricultura de sustento la ocupación principal de los colonos.
La producción de azúcar en el norte y en el sudeste, que había empezado en la colonia en el Siglo XVI, había aumentado en importancia. Esta se exportaba a España. En el Cibao, por falta de caminos adecuados, la producción era de subsistencia.
Los caminos se deterioraban con el empobrecimiento de la colonia y la vegetación tropical terminaba borrándolos. La gran distancia entre fincas y residencias de los dueños dificultaba el contacto frecuente entre ellos y solamente durante sequías prolongadas se aventuraban a salir los señores con menos probabilidad de atascar sus coches en un lodazal.
Cada dueño de finca era prácticamente un señor feudal; la dificultad de las comunicaciones impedía un control efectivo de las autoridades coloniales. La vida transcurría tranquilamente; brillaba el sol todos los días excepto cuando llovía en verano o pasaba un ciclón en otoño, cada cuatro o cinco años. Una excursión a una plantación vecina, un viaje a Santiago o a la capital era un suceso de placentera recordación.
Un viaje a España era la aspiración de todos y que sólo algunos lograban una vez en la vida, pero la gran mayoría de los españoles pasaban su vida entera contentos de su suerte como si habitaran en el paraíso, indiferentes ante los sucesos del mundo.
Los niños crecían y se hacían hombres y mujeres a temprana edad. El matrimonio de una Señorita se concertaba con el hijo de algún hacendado vecino y se realizaba a los quince o dieciséis años. Los hombres de familia pasaban el día a caballo verificando que el capataz de la finca (un mestizo) hiciera las labores productivas del campo, sirviéndose de los esclavos, en época de siembra o yendo al puerto mas cercano a vender la producción al precio mas conveniente. No había periódicos y las noticias locales tardaban semanas y meses en llegar.
La ciudad de Santo Domingo tenía unos 30,000 habitantes, el único sitio donde la vida se parecía a la vida urbana de Europa. La ciudad edificada por Ovando había perdido su esplendor de la época de su hegemonía política y comercial. Su importancia seguía siendo ser Sede de la Real Audiencia y residencia del Gobernador y del Arzobispo, Primado de Indias y cuartel general militar de doce compañías de veteranos. Los edificios de importancia seguían en pié, el Alcázar, el Palacio de la Gobernación, el Cabildo y la Catedral erigida por orden de Carlos V, etc.
La vida social de la capital consistía en un paseo por la plaza por las tardes, cuando la brisa del mar desplazaba el calor de un día soleado. Los amigos se reunían a conversar y las damas tenían oportunidad de verse. La misa mayor de los domingos era otra oportunidad de contacto social. Las damas de distinción no se dejaban ver por las calles, excepto para ir a la iglesia. El vestuario femenino era monótono, faldas negras y blusa blanca (no existían los colorantes artificiales de la química de hoy).
El contraste entre ricos y pobres era notable. Los ricos usaban muebles finos importados de España y vestían lujosamente cuando abrían sus salones para recibir a sus amistades. Los esclavos que le servían estaban mal vestidos y sucios. Las capas sociales estaban bien definidas: el propietario blanco era un "Señor Don", el blanco menos favorecido era todavía un "Don" y al hombre libre con alguna gota de sangre mezclada se le decía "Señor". Todos los demás no llevaban prefijo de tratamiento. No existía trato social entre distintas capas sociales.
En el Cibao, Santiago ganó importancia con la destrucción de La Vega, Puerto Plata y Monte Cristi por sismos o incendios, y rivalizaba con la capital en lo respecta a su población. Sólo que la ventaja de la capital era ser el asiento del Gobierno. En esa época las otras poblaciones tenían poca importancia; Azua, La Vega, Monte Cristi, Cotuí y Puerto Plata apenas tenían unos 5,000 habitantes.
La colonia española no poseía la magnificencia ni la prosperidad comercial de la vecina colonia francesa; tampoco sentía el colono español la sensación de inseguridad que se percibía -según algunos viajeros- en el Saint Domingue francés, en donde unos 40,000 colonos blancos franceses mantenía medio millón de esclavos negros africanos en la mas deplorable esclavitud.
Durante los primeros años de la colonia española, el trabajo manual era hecho por indígenas; pero éstos no estaban acostumbrados a los trabajos pesados y las enfermedades y el mal trato diezmaron la población nativa antes de cumplir un siglo la colonia. La importación de esclavos en la colonia española nunca alcanzó las proporciones que llegó a tener en la parte francesa; el mal trato de los esclavos hacía su vida mas corta y pocas veces se conocieron esclavos de segunda generación. En la parte española nacieron muchos esclavos y hasta mulatos en las fincas de los colonos, lo que eliminaba el "odio recíproco" entre amos y esclavos que era evidente en la colonia francesa.
En la parte española no había contacto entre clases sociales, es cierto, pero no se manifestaba la profunda antipatía racial de la parte francesa.
Los colonos españoles se sentían seguros en su paraíso tropical, sin sospechar que la revolución que iba a ocurrir en Francia iba a reflejarse en los oscuros acontecimientos de la parte occidental de la isla; donde los dueños de plantaciones perderían su hacienda y hasta la vida, y que algunos, para librarse de la muerte, tendrían que huir a tierras extrañas.
La historia de estos dos países ha sido siempre difícil de comprender. Las circunstancias y eventos externos de cada instante han influído profundamente en su historia. Esta publicación resume los hechos mas importantes y sus consecuencias............
Parte I : La Vida en las Colonias en la 2da Parte del Siglo XVIII
La gran prosperidad de la parte francesa de La Hispaniola, había llamado la atención de Europa, mientras que la declinación de la parte española en lo comercial hizo que el Viejo Mundo olvidara que Santo Domingo era el punto mas antiguo de la civilización europea en el Nuevo Mundo.
Por Real Orden, la comunicación entre España y Santo Domingo se había restringido y solamente de tarde en tarde hacía escala algún galeón que iba de Cuba a Puerto Rico, o viceversa. La población de la parte española se había disminuido a fines del siglo a unos 125,000 habitantes, de los cuales, unos 40,000 pertenecían a la clase dirigente, unos 60,000 eran esclavos negros y el resto eran mulatos y mestizos de categoría indeterminada. Los 50,000 Km2 de territorio español estaban divididos en grandes fincas, pertenecientes en su mayoría a propietarios ausentes.
Del otro lado de la frontera (Frontera del Aranjuez de 1777) los franceses, magníficos ingenieros, habían convertido terrenos áridos en productivos mediante avanzados sistemas de riego, que permitieron su cultivo intenso. No así en la parte española.
Durante los primeros años de la colonia, la fuente de riqueza había sido la minería (oro y cobre) y cuando se agotaron las minas, la explotación de estas riquezas se mudó a Méjico y al Perú, pasando en la colonia española a ser la ganadería y la agricultura de sustento la ocupación principal de los colonos.
La producción de azúcar en el norte y en el sudeste, que había empezado en la colonia en el Siglo XVI, había aumentado en importancia. Esta se exportaba a España. En el Cibao, por falta de caminos adecuados, la producción era de subsistencia.
Los caminos se deterioraban con el empobrecimiento de la colonia y la vegetación tropical terminaba borrándolos. La gran distancia entre fincas y residencias de los dueños dificultaba el contacto frecuente entre ellos y solamente durante sequías prolongadas se aventuraban a salir los señores con menos probabilidad de atascar sus coches en un lodazal.
Cada dueño de finca era prácticamente un señor feudal; la dificultad de las comunicaciones impedía un control efectivo de las autoridades coloniales. La vida transcurría tranquilamente; brillaba el sol todos los días excepto cuando llovía en verano o pasaba un ciclón en otoño, cada cuatro o cinco años. Una excursión a una plantación vecina, un viaje a Santiago o a la capital era un suceso de placentera recordación.
Un viaje a España era la aspiración de todos y que sólo algunos lograban una vez en la vida, pero la gran mayoría de los españoles pasaban su vida entera contentos de su suerte como si habitaran en el paraíso, indiferentes ante los sucesos del mundo.
Los niños crecían y se hacían hombres y mujeres a temprana edad. El matrimonio de una Señorita se concertaba con el hijo de algún hacendado vecino y se realizaba a los quince o dieciséis años. Los hombres de familia pasaban el día a caballo verificando que el capataz de la finca (un mestizo) hiciera las labores productivas del campo, sirviéndose de los esclavos, en época de siembra o yendo al puerto mas cercano a vender la producción al precio mas conveniente. No había periódicos y las noticias locales tardaban semanas y meses en llegar.
La ciudad de Santo Domingo tenía unos 30,000 habitantes, el único sitio donde la vida se parecía a la vida urbana de Europa. La ciudad edificada por Ovando había perdido su esplendor de la época de su hegemonía política y comercial. Su importancia seguía siendo ser Sede de la Real Audiencia y residencia del Gobernador y del Arzobispo, Primado de Indias y cuartel general militar de doce compañías de veteranos. Los edificios de importancia seguían en pié, el Alcázar, el Palacio de la Gobernación, el Cabildo y la Catedral erigida por orden de Carlos V, etc.
La vida social de la capital consistía en un paseo por la plaza por las tardes, cuando la brisa del mar desplazaba el calor de un día soleado. Los amigos se reunían a conversar y las damas tenían oportunidad de verse. La misa mayor de los domingos era otra oportunidad de contacto social. Las damas de distinción no se dejaban ver por las calles, excepto para ir a la iglesia. El vestuario femenino era monótono, faldas negras y blusa blanca (no existían los colorantes artificiales de la química de hoy).
El contraste entre ricos y pobres era notable. Los ricos usaban muebles finos importados de España y vestían lujosamente cuando abrían sus salones para recibir a sus amistades. Los esclavos que le servían estaban mal vestidos y sucios. Las capas sociales estaban bien definidas: el propietario blanco era un "Señor Don", el blanco menos favorecido era todavía un "Don" y al hombre libre con alguna gota de sangre mezclada se le decía "Señor". Todos los demás no llevaban prefijo de tratamiento. No existía trato social entre distintas capas sociales.
En el Cibao, Santiago ganó importancia con la destrucción de La Vega, Puerto Plata y Monte Cristi por sismos o incendios, y rivalizaba con la capital en lo respecta a su población. Sólo que la ventaja de la capital era ser el asiento del Gobierno. En esa época las otras poblaciones tenían poca importancia; Azua, La Vega, Monte Cristi, Cotuí y Puerto Plata apenas tenían unos 5,000 habitantes.
La colonia española no poseía la magnificencia ni la prosperidad comercial de la vecina colonia francesa; tampoco sentía el colono español la sensación de inseguridad que se percibía -según algunos viajeros- en el Saint Domingue francés, en donde unos 40,000 colonos blancos franceses mantenía medio millón de esclavos negros africanos en la mas deplorable esclavitud.
Durante los primeros años de la colonia española, el trabajo manual era hecho por indígenas; pero éstos no estaban acostumbrados a los trabajos pesados y las enfermedades y el mal trato diezmaron la población nativa antes de cumplir un siglo la colonia. La importación de esclavos en la colonia española nunca alcanzó las proporciones que llegó a tener en la parte francesa; el mal trato de los esclavos hacía su vida mas corta y pocas veces se conocieron esclavos de segunda generación. En la parte española nacieron muchos esclavos y hasta mulatos en las fincas de los colonos, lo que eliminaba el "odio recíproco" entre amos y esclavos que era evidente en la colonia francesa.
En la parte española no había contacto entre clases sociales, es cierto, pero no se manifestaba la profunda antipatía racial de la parte francesa.
Los colonos españoles se sentían seguros en su paraíso tropical, sin sospechar que la revolución que iba a ocurrir en Francia iba a reflejarse en los oscuros acontecimientos de la parte occidental de la isla; donde los dueños de plantaciones perderían su hacienda y hasta la vida, y que algunos, para librarse de la muerte, tendrían que huir a tierras extrañas.
Me han preguntado, cómo fué posible que Francia se estableciera en Saint Domingue, siendo España una potencia mundial en ese entonces.
ResponderEliminarLa respuesta: En España reinaba Felipe V, nieto de Luis XIV de Francia y Felipe ordenó que se "tolerara" la presencia de Francia en La Hispaniola.