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16. La Medicina en Santo Domingo hace 100 años, Parte XVI

Notas Autobiográficas del Dr. Héctor Read

En San Pedro de Macorís (1935)

Vengo relatando sucesos ocurridos en el año 1934, pero no he dicho que el mas importante fué el nacimien to de mi segundo vástago, de mi hija que lleva por nombre Nora Mercedes, venida al mundo la tarde del 27 de junio. Feliz suceso, de mucha importancia: Era para nosotros, - Polimnia y yo- , primera en el sexo; era  para sus abuelos  -Doña Micaela y Don Eduardo - también primera en el sexo, en las 3 ramas de la familia. Ni la de Horacio ni la de Eduardito -hasta entonces- habían procreado hembras, sino varones.

Fué por cierto una tarde de mucho atareo en el Hospital San Antonio, en una de cuyas habitaciones privadas estaba la parturienta, y, tuve por un momento que atenderla yo solo: parto feliz! Luego, a tiempo , acudió Claudina, la partera.

Bierabende

Los alemanes tienen fama creada en todo el mundo de ser cerveceros. No tan solo por la calidad y cantidad de esta bebida, que ya los egipcios habían dedicado a la diosa Ceres (versión griega), sino que también se complacen en consumirla en largas libaciones en las que familiarmente participan amigos para celebrar las horas de descanso e intercambios amenos.

Nos reuníamos pues, los sábados primeros de mes, un grupo de amigos y coterraneos del Dr. Cl. Theodor Georg, a la usanza europea, en el restaurant de Caram, sita en el mismo edificio, planta baja de la Ferretería Morey, Calle Sánchez, esquina. Los Caram eran una familia árabe que se había asentado  en Macorís hacía mas de medio siglo, o cosa así. Además de la limpieza esmerada del local y del servicio, Caram ofrecía cerveza Beck bien templada, sabrosos pastelitos que nadie podía superar y helados (sorbetes) de vainilla inmejorables, lo mismo que café, etc.

Ya claro está que la personalidad del Dr. Georg presidía las reuniones. El, además, consumía finos tabacos de nuestras mejores marcas (no quiero hacer reclamos) que ofrecía a los que querían acompañarlo en estas combustiones taínas. El Dr. Georg tenía a la sazón la representación ad-honorem del Consulado de Alemania en S. P. Macorís.

Estas "Bierabende" fueron frecuentadas por muchos alemanes, residentes o visitantes de otras provincias, etc. Algunos nombres: H. H. Lange, M. Mund,
F. Dornel, P. Schenkel (de Santa Fé), H. Hansen (de Puerto Plata), Dr. Michel (La Vega), X Bayer y X Merck (de las firmas en la Capital) y otros, Winterer?, Hartling, Kurt, Jürgens, Sepúlveda.


Viaje a Alemania (1935)

En los meses de junio a septiembre de 1935 realizamos Polimnia y yo nuestro primer viaje a través del océano. Era nuestro viaje a Alemania después de casados, y , cinco años después de mi regreso, que fué antes del matrimonio.

En niño mayor tenía mas de tres años. La niña tenía un año y cuatro meses. El problema de los hijos se resolvió gracias a las tías Elisa y Sofía Espaillat de la Mota que residían en La Vega, y nos  ofrecieron gustosamente su cooperación, haciéndose cargo con cariño de ellos. A nuestros niños los habíamos comenzado a educar desde la lactancia. Las señoritas Espaillat tenían práctica, semejante a la educación nuestra, en el mantenimiento de los muchachos. Elisa, por ser la mayor, podía considerarse como una madre ("nutricia") de Polimnia, y Sofía era también cariñosísima con los pequeños, en una familia tan larga como era la del matrimonio de Don Emiliano y Doña Anita.

Nos embarcamos en el M/S "Waltraud Horn" de la consabida línea de vapores Horn, de Flensburgo (H. C. Horn, Flensburg, Westindien-Linie). Mi consorte era buena marinera: no se mareaba. Ya tenía experiencia en ese punto, por sus repetidos viajes en barcos de la Clyde Steamship Co. de Sánchez o de Puerto Plata, siendo estudiante de Farmacia de la Universidad.

Afortunadamente para mí, en ese viaje la mar estuvo tranquila y sólo tuve un poco de malestar al principio del viaje, de tal forma que pasaba mucho tiempo en silla de extensión tendida en la cubierta y concurría, a las horas de comida, a la mesa. A los pocos días el ánimo ya estaba templado y sociable.

A bordo servían tres comidas; a las 4 de la tarde, té o café, además. También a las 10 p.m. había unas tapas, todavía.

Los demás del pasaje eran gentes bién. La travesía del océano fué en general con buen tiempo, de modo que pudimos disfrutar de un buen descanso, que es lo que uno hace a bordo durante largos días, como son los del verano septentrional.

A la llegada a Hamburgo, nos recibieron los esposos Harm, padres de Clärchen y Carlos. Nos hospedaron en su casa. De ese modo quisieron ellos corresponder a mi ayuda, en los días aquellos del matrimonio de Inchusindague y Clärchen (que les había costado a los viejos "un pico"). Yo fuí testigo de la boda como ya dije antes.

Nos trataron y nos acomodaron muy bien. Nos sentíamos en casa, mi consorte y yo. No habíamos contado con esto.

Permanecimos como quince días visitando lugares y amistades. en todas partes Polimnia, aunque no podía expresarse en el idioma, dejaba una buena impresión de simpatía (y civilización) y nobleza.

Estuvimos en el Tropeninstitut, con el Prof. Nauk. Visitamos el Hospital de Eppendorf. El Prof. Fahr se alegró de verme: notó que yo ya no tenía bigotes. Visitamos a la Sra. del colaborador Dr. Anthony. Ella había enviudado mientras tanto. Se hubiera alegrado de que yo volviera a trabajar en Pneumología. Había tantos trabajos que hacer....se  lamentaba la buena señora. Naturalmente, sacamos una tarde para visitar al Dr. Erich Staudt y señora, no ya en Hamburo, sino en Ottendorf a/d Elbe, Cuxhaven. Para ello hicimos las llamadas y arreglos por teléfono.

Ellos estaban muy bien. Tenían una niña. La casa propia, era hermosa y muy cómoda - como le gustaban a Staudt y a ella -. El dirigía el Hospital local. Tenía mucho prestigio social como cirujano y como ginecólogo. Excelentes amigos que nos alegró volver a verlos y establecer nuevas relaciones entre las señoras. Nos ofrecieron un café con tortas, al estilo Hamburgués y luego, también por ferrocarril, regresamos a Hamburgo 20 - Eppendorf, Lehnweg #48, casa de los Harms, Nordsee 6410, su teléfono (lo recuerdo).

Nuestro recorrido comprendió, después de algunos días en Hamburgo, la capital Berlín. A Polimnia le impresionó como una gran ciudad, y sí que lo era. Fué mi residencia durante el frío invierno de 1929-1930; recorrimos en un tour todo lo principal de la  ciudad. Visitamos también el palacio que fué la  residencia del Kaiser y su familia. Fuimos a Sans-Souci.

Pero de lo que mas le atrajo fué el Jardín Zoológico. Asimismo le interesó el Planetarium. Era nuevo, recién instalado, y presentaba muchas combinaciones astronómicas que yo tampoco conocía. Vimos una presentación de la orientación del vuelo de las aves por las estrellas.

Debo decir, se comprende, que las grandes avenidas, Unter den Linden y  la Friedrichstrasse, fueron muchas veces recorridas. La Iglesia de Santa Eduvigis, patrona de Berlín y tradicional afecta de ella, nos acogió en misa dominical.

Otra parada importante la hicimos en Dresden. Lo mismo en Leipzig.

Nos detuvimos en Friburgo de Brisgovia. Contemplamos su grandiosa catedral. Oímos su famoso órgano.

Regresamos por Maguncia, la ciudad de la imprenta, y visitamos el Museo Guttemberg.

¡Ciclones!

El viaje de regreso con la entrada del otoño, fué de lo mas espectacular de parte de la naturaleza. Decir en Hamburgo que el tiempo es bueno, es raro, muy raro; allí, si no está nublado, esta lloviendo, o lloviznando.

Salimos en el "Frida Horn", en compañía de una familia alemana o suiza, residente en Santo Domingo, y también de algunas otras personas conocidas nuestras. El "mal tiempo" reinaba todavía en el Mar del Norte, pero la tempestad estaba pasando y no ofrecía peligro. Entramos en el Canal Inglés, nublado, un poco agitado, y cuando esperábamos encontrar mejores condiciones en el océano abierto, a un par de días de navegación, el capitán del Frida nos hace saber que una tormenta le ha hecho emproar el buque hacia el Africa.....Los tripulantes decían que el barco era "muy marinero", con lo cual querían inspirarnos confianza, a la vez que ellos se reafirmaban en su fé neptuniana. El tiempo era francamente tempestuoso. A la verdad que el barco estaba siendo vapuleado por las olas, que la proa partía con cierto afán orgulloso. La señora del Cónsul decía "vamos bién", Doña Polimnia y ella y yo, de veras, nos sentíamos bien, aún cuando a veces las olas bañaban la cubierta: "vamos bién!"...repetía la señora del Cónsul Schad.

El tiempo se calmó. A bordo todo estaba húmedo. El cielo aclaró. Salió el sol....Otro día. Atravesamos el Atlántico, despejado y claro.

Volvió a cambiar el tiempo cuando nos acercábamos a Puerto Rico, la vecina isla en la esquina del ángulo N.E. de la cadena antillana que dobla al Sur. Otro temporal se avecina - estábamos todavía en la estación del año que se llamamos el invernazo - aunque todavía pudimos echar anclas frente a Ponce y desembarcar en los botes del Feida y llegar a tierra.

Aquí cambiamos abordo los últimos Marcos que nos quedaban en los bolsillos, para ir a visitar la ciudad. Los gastamos todos, sobre todo las damas, procuraban hasta los últimos centavos - no es figura literaria, es verdad - para comprar antojos. ¡Cuánto gozar despilfarrando cheles!

Por la tarde levantamos anclas, pero el mal tiempo no había pasado completamente todavía, aunque iba por delante de nosotros y no había un verdadero peligro. Solamente era molesto el viento que soplaba, el nublado del cielo borrascoso.

Al día siguiente nos encontrábamos frente a San Pedro de Macorís que debía ser el fin y término de nuestro viaje. Tuvimos empero que pasar de largo. Todavía el puerto permanecía cerrado, y nuestro rumbo era el puerto de Santo Domingo, donde ya sabíamos que sí podíamos desembarcar. Era la tercera tempestad que habíamos encontrado en nuestro viaje de regreso.

Afortunadamente llegamos todos bien. Otra vez el Frida Horn se había portado "marinero". La tripulación siempre estuvo en actividad y pacientemente llegamos a puerto. ¡A Dios Gracias! decíamos todos.

Feliz arribo

Al desembarcar, luego de despedirnos del Capitán y oficiales del Frida Horn, nos recibieron los familiares, papá, Horacio y Eduardo, Milo Espínola y mi cuñada Doña Teresa Espaillat de Espínola y algunos amigos mas.

Todos celebraban el arribo feliz, pero aunque sabían de los peligros del último temporal, no tenían noticias de las otras peripecias que Neptuno nos impuso en el viaje. Tengo que calcular cuántos fueron los días, largos, que pasamos. Era ya entrado Octubre.

Recogimos 17 bultos que traíamos como nuestro equipaje. Incluía algunas macetas y plantas verdes que se mortificaron o perdieron por los baños de agua salada que una y otra vez le dieron las olas tempestuosas.

Habíamos acomodado unas copas de cristal en un bulto; tuvimos la precaución de comprar una mas, por si se rompía alguna: de todas, sólo una llegó intacta. Se perdió, rota, la docena.

Llegó bien el juego de cubiertos de "plata alemana" que compramos, como regalo de bodas del Dr. Carl Th. Georg, marcada cada pieza con P.E.R. de mi consorte. Bonito recuerdo que se conserva casi completo (y repuesto) todavía.

También en ese viaje repusimos nuestros anillos de matrimonio, que nos hacían falta a los dos, por descuido. En estas diligencias nos ayudó la cariñosa mutti, Frau Bertha Harms.

Polimnia osó comprar en el gran almacén por departamentos de Tietz, con éxito; pues consiguió los efectos deseados. Como no entendía el alemán, la creyeron sorda: en vano se empeñaban en entenderse con esa blanca pelirroja  extranjera. La creyeron nórdica, pero no hispánica, ja, ja, ja!

Villa Velázquez

En el mes de abril de 1937 ya nos habíamos mudado a nuestra casa propia de la Villa Velázquez. Allí vino al mundo nuestro tercer hijo, el día 9 muy temprano. El parto fué tan rápido y la hora temprana y la hora incómoda para un traslado, que con la presencia en casa de mi cuñada Elisa, recibimos la hermosa criatura. Casualmente estaba visitando el Dr. Marcial Martinez Larré la casa vecina y acudió a nuestra llamada. La parturrienta sangraba y con su intervención logramos corregir la hemorragia. Polimnia estaba pálida y casi inconsciente. Logró reaccionar bajo las inyecciones y el salino. Con lo cual pudimos celebrar el varón de 9 libras, al nacer que pesaba, y la madre llamó como el bisabuelo William August. Padrino el Dr. Martínez Larré.

Por un arreglo internacional, para el 1936 se había inastalado en Santo Domingo el Instituto Domínico-Alemán; el Director era Adolf Mayer, el Codirector dominicano, el Dr. Viriato Alberto Fiallo R., mi compañero de estudios, vecino de la Calle Padre Billini, en la Capital, en años atrás. Hasta entonces había en la capital un grupo o sociedad "Kantiana".

El Instituto estaba instalado en la Avenida Independencia, en una casa baja, próximo al Fuerte de San Gerónimo. Una explosión accidental, el 4 de noviembre de 1937 destruyó el Fuerte de San Gerónimo.

Se comprende que tenía el Instituto, su personal y nosotros en el Hospital San Antonio, activas relaciones. Siendo el Dr. Georg, compatriota de los que formaban el cuerpo de la nueva institución y consejero natural de la misma.

Al Instituto vino un grupo de médicos, casados, jóvenes con sus respectivas esposas, que daban mayor animación al grupo. El principal del conjunto era un profesor soltero, el Dr. Kappus, relacionado con el Instituto Ehrlich de Frankfurt del Meno en Alemania, y la facultad de Medicina. Se interesaban por las Enfermedades Tropicales, los médicos. También vinieron y volvieron científicos de otros dominios, geólogos, geógrafos, etc.

Una vez visitamos el Prof. Kappus y algunos de nosotros, el Matadero Municipal de San Pedro de Macorís, a la hora de matanza. Se escogió una ternera. De la carne del corazón, resecado al aire y al sol, se prepararon 3 litros de extracto alcoholico (con alcohol rectificado de la Destilería Brugal local) para utilizarlo como "antígeno" en la reacción de Wassermann. Dió muy buen resultado y aprendimos el modo de prepararlo.

Al profesor no le convencía mucho nuestra manera de hacer la reacción a la temperatura ambiente de 30 grados C. No obstante teníamos el apoyo científico de H. Noguchi, como puede leerse en su libro, y nuestra experiencia práctica; hija, en este caso, de la necesidad.

El Dr. Albert Westphal era y sigue siendo un investigador de las amibas patógenas, la E. Dysenterica y otras. en el Laboratorio del Hospital él desarrolló un modo práctico de coloración con la hematoxilina de las amibas y sus quistes. Usaba al efecto sumergir las preparaciones en cubetas horizontales. Derramaba el colorante en tres tiempos, de modo que resultaban tres zonas, de distinta intensidad en los portaobjetos así tratados, lo que ayudaba a reconocer los elementos buscados, en la zona mas adecuada de intensidad de coloración.

Él mismo era un portador "sano" de Entamibas. Desarrolló una fiebre tifoidea, estando con nosotros, y guardaba cierta preocupación por los "comensales" de su colon. Me tocó tratarlo y le agradezco que tuvo confianza
en mí, tratándose de un alumno de Eppendorf, por tanto de la escuela Schottmülleriana. Le decía que la septicemia tífica poco o nada tenía que ver con el colon. Evolucionó muy bien, sin complicación.

Tuve otro paciente en el ilustre Prof. Mayerhabisch, del mismo Instituto. Atacado de fiebres, que resultaron palúdicas, luego del examen hematológico le pude asegurar que con el tratamiento de Atebrina, podría contar con salud y embarcarse en su viaje de regreso para la fecha prefijada, ya próxima. Promesa que se cumplió.

El Dr. Westphal todavía fué mas favorecido por la buena suerte, cuando su esposa, después de 40 semanas de espera le obsequió con una bonita niña, nacida en territorio dominicano.

Después el Dr. Westphal y yo hemos seguido en correspondencia la amistad.

Hicoteas

En nuestra casa de Villa Velázquez estábamos bien instalados. La familia había crecido y teníamos dos muchachas, al servicio de los niños la una, y la limpieza y cocina la otra: eran dos hermanas serviciales y competentes que mi señora había conseguido por mediación de su familia en La Vega.

Queríamos festejar al personal del Instituto Alemán y se consiguieron unas hicoteas que las familias se prestaron a preparar en guiso conveniente, según su experiencia. Esto fué motivo de que aprovecháramos ofrecerle a los amigos, guiso tan especial de la mesa criolla.

Nos reunimos una prima noche a cenar todos y ofrecerles nuestras atenciones. La reunión fué muy animada y cordial. Antes de retirarse los invitados, al "levantar los manteles", el Prof. K Kappus habló en nombre de todos para agradecer la invitación. Traduje sus sentidas palabras de agradecimiento y les repetí nuestros deseos de buen éxito y mucha felicidad. Doña Constance Meineke de Georg y el Dr. C Th. Georg, nuestro Jefe, nos honraron esa noche también con su visita. En algunas ocasiones he sabido que los colegas y sus esposas tienen recuerdos agradables de su estancia entre nosotros -y del país- por tanto.

La Cervecería nos proporcionó una barriquita de cerveza natural, que refrigeramos (en la bañera), pues el envase era metálico.

Tentativamente menciono los nombres de nuestras visitas, no citados arriba.
Dr. Marschall,
Dr. Jung,
Drs. Hns. Olivier, la esposa de Jaime y la novia de Gabriel,
Dr. Faxas y María Canto de Faxas,
Dr. Lockhardt, Dr. Hart, Ansel
Dr. Manuel Emilio Sánchez

Viaje a New York

Inconsolable me dejó la muerte de mi madre, el 14 de febrero de 1938, Doña María Micaela Barreras de Read. Junto a ella estaban papá, Horacio y Eduardo, el último que la acompañaba. Mis deberes en Macorís sólo me permitían disfrutar a ratos de su dulce compañía. Después de tan largos años de mi ausencia en el extranjero y en San Pedro de Macorís, sentía mas tibio el seno de su cariño; esperaba disfrutar de la luz de su alma incomparable por mas años. Pero la Parca no quiso. Dios la tenga en el lugar del Refrigerio de la Luz y de la Paz. junto a los santos de su devota oración de cada día. Amén.

Para distraerme y cobrar nuevo ánimo, me dispuse a viajar a New York, en los Estados Unidos. Allí a la sazón era Cónsul General de la República Dominicana, mi cuñado el Dr. Rafael Espaillat de la Mota, quie con su honorable familia, Doña Rita Rodríguez y sus dos hijas, me acogieron familiarmente, Ida y Ana Teresa.

Me instalé en una pensión en la que me sentí muy bien acomodado. Como tenía vehementes deseos de conocer la tierra de mi abuelo, resolví conocer las bellezas de la Gran Metrópoli, sus grandes avenidas, sus grandes rascacielos, torres babilónicas en versión moderna; sus hospitales, hoteles, palacios cinematográficos; la Radio-City, y cuantas cosas, como cuentos de hadas me habían contado de ese mundo.

Aprendí pronto la maraña de los trenes subterráneos y los restos de su "elevado" antes glorioso. Arrancado después por las comodidades del progreso. (Vendidos con dificultad sus hierros como "chatarras").

En esa ocasión, la Estatua de la Libertad en el puerto, estaba inaccesible por reparaciones. Pero los altos edificios, el Empire State, Chile-House y otros permitían contemplar el panorama  único de todos los alrededores. De Radio-City visité desde el sótano hasta la azotea, donde con telescopios fijos en la terraza, se puede observar el sol, fungiendo de astrónomo aficionado, mientras cae una moneda por la rendija de la alcancía. Su teatro lo visité varias veces, porque las presentaciones son maravillosas. Luis II de Baviera las hubiera disfrutado como me sentí yo por entonces, comparándome con ese Rey.

Pero la hermosa sala de la orquesta sinfónica, que dirigía el sublime maestro             era, vacía, hermosa, "altisonante". Recuerdo que en uno de los altos Stores había un jardín "español" muy gracioso, a cielo abierto.

Aunque mi propósito era cambiar de ambiente, el imán de los hospitales me atraía. el St.Lukes hospital estaba cerca de la residencia del Cónsul. Allí estaba el Dr. Paiewonsky, mi amigo de la época de estudiante en Santo Domingo. Hacía aprendizaje de post-grado en Radiología. me presentó a su Jefe el Prof. Dr. Ryan que me fué simpático y afectuoso; como que trascendía la estima que tenía de su apóstol o discípulo dominicano.

Con él y con Bonetti, el Secretario de la Universidad de Santo Domingo, disfrutamos de alegres horas en distintos locales nocturnos newyorkinos. 

Mis visitas a l St.Lukes eran frecuentes, porque también me atraían los Rayos X, y recordaba en presente el Hospital San Antonio de San Pedro de Macorís.

Con el Dr. Rafael Espaillat de la Mota, recorrí en días asoleados las principales playas newyorkinas, St.Johnes o Johnes beach; también visitamos Newark y New Jersey.
Como Cónsul General y en tiempo de Trujillo, me contaba Rafael que tuvo encargo de acompañar al Prof. Marion, de la Universidad de París, durante estuvo en New York, de paseo y al regreso de Santo Domingo, donde había atendido al "Jefe" en algunos quebrantos de la especialidad del Profesor. Con ese motivo, aprendió con él a conocer con él muchos locales y restaurantes finos, porque el Prof. era un gran gourmand. El caso es que repasamos algunos, pues entreambos éramos (ya no) aficionados a la buena mesa.

Viene al caso que un día recibió el Cónsul el encargo de conseguir cierto vino centro-europeo de Tokay. Paseamos entonces por los almacenes de vinos: las casas de esa Babilonia (Heifetz, Jascha 1901), nos ofrecieron vino de Tokay de uvas americanas. Y lo mismo vino de Tokay, el celebrado, de Hungría, importado.

Con el ingeniero que había visitado a San Pedro de Macorís,atendiendo los Rayos X y otros aparatos del "San Antonio", fuí a ver una potentísima máquina de Rayos X que a título experimental tenía la General Electric instalada en el Centro Médico. Era una curiosidad, parece que no pudieron comercializarla.

Previo aviso, me presenté con una carta de nuestro amigo Cristian Lugo L. para el Dr. Brand, al Instituto Rockefeller. Fuí atentamente recibido. Mi anfitrión se dió cuenta de mi interés científico y se puso amablemente a mi disposición. Desde luego, como pensé que comprometerme con el Instituto no era correcto sin autorización de mi Protector, me limité a manifestarle mis buenos deseos por posibles relaciones futuras. Mi visita fué una satisfación espiritual mía. Había sentido ya gravitar bajo mis plantas el Instituto Pasteur de París, y ahora pisaba el Instituto Rockefeller de New York, otra catedral de la Ciencia Médica de mis sueños. 

En N. York me encontré con el Dr. Rudolf Leuchtenberger y su padre, bastante fuerte todavía. Ambos son médicos alemanes. Rudolf fué segundo del Prof. Fahr cuando yo llegué a Eppendorf; me tomó mucho afecto y me ayudó. Ambos estaban buscando trabajo en los E. U. de A. 

No pude obtener informes del Dr. Arthur Heim, el segundo del Prof. Much. Alguien me dijo que el Dr. Edo. Müller, del servicio del Prof. Braun, también se había perdido.

De vista conocí en un restaurant al famoso violinista Jascha Heifetz. Almorzaba allí con su señora y pequeños. También de vista, paseando, varias veces ví al genio del siglo: Einstein (nacido en Ulm 14.3.1879, murió en E.U. 18.4.1955 a los 76 años).

Con el Dr. Paiewonsky y con Bonetti, visitamos el Barrio de Greenwich, de los pintores y artistas. Lo llaman peligroso por algunos sucesos ocurridos allí. Cenamos en un restaurante mejicano. Bonetti, Secretario de la Universidad, había ido a New York en consulta médica por sus intestinos. Sacó provecho, pues el tratamiento lo repuso. No sé si fué con arspenamina u otros medicamentos.

El viaje lo hice en el vapor americano "Algonquin". Tanto a la ida como también a la vuelta. A la ida viajaba el Dr. Sánchez Cabral, con su señora e hija. Hicimos buen viaje. Fué la última vez que atravesé el Atlántico (de Sur a Norte y en la parte septentrional) en buque de vapor. Después ha sido en avión, y lo prefiero aunque sea monótono, porque no me marea.

Publicación de Trabajos

En el año 1938 también salieron a la luz unos trabajos, hijos de la observación médica del relator.
Uno versó sobre un caso de autopsia, en el que comprobamos un "aneurisma de los senos de Valsalva"(había sido preentado en el Congreso Médico Dominicano, 1933). 
Raro caso, además de por sí ya complicado. Había ya un hígao muscado, testigo de afección cardíaca con lesión  reparada, y luego recidiva de la misma al hígado. Empero me pareció que la obstrucción circulatoria de la respiración pulmonar fué la determinante de la muerte.

Este trabajo tuvo eco después.

Otro trabajo de carácter puramente clinico-terapéutico fué el de colaboración con el Dr. J. Oliver Pino. Fué inspirado por una publicación de la Oficina Sanitaria Panamericana y estimulada por el Dr. Carl Th. Georg. Apareció en la Rev. Sanitaria Panam., 1938. "Experiencias con los Derivados de la Sulfanilamida en el Paludismo".
También apareció en idioma alemán en los "Archiv für Schiff-und Tropenhygiene" en 1938. 


Estalló la guerra

En el año 1939, todo parecía discurrir perfectamente bien. Hasta que en la segunda mitad del año, tras algunas negociaciones diplomáticas europeas, fallidas al fín, estalló nuevamente la guerra en Europa, en el mes de septiembre que iba a prolongarse hasta el 1945, y que nos envolvió a nosotros, la República Dominicana, en ese torbellino. En 1945, Hitler se suicida el 30 de abril. Los rusos toman Berlin el 2 de mayo. Fín de las hostilidades en Europa fué el 8 de mayo de 1945 con la capitulación de Alemania. Los rusos entraron en Praga el 9 de mayo; había estado ocupada desde 1939. Para Rusia ese día terminó la guerra.

Aparecieron unas Crónicas Científicas en el Listín Diario, a saber: en 1928, "Un nuevo tratamiento del Asma Bronquial" (Divulgación del Método de las Cámaras sin Alergenos de van Leeven).

En el año anterior, 1927, "Por el Codex" (abogando por la modificación de la legislación vigente). Publicado en el diario de Santo Domingo "La Opinión", fechado en París, Francia.

En 1929, "La Tuberculosis Quirúrgica en los Sanatorios de la Riviera" (Divulgación de la Helioterapia). Fechado en Villa Spinola, Taggia, Italia.

En 1930, "El B.C.G. en Alemania" (Divulgación científica). Fechado en Hamburgo, Alemania.

¡La Guerra!

uno de los tripulantes del mercante alemán "Hannover" (atacado por los ingleses frente alas costas de Higüey el 6 de marzo de 1940), fué internado por en el Hospital "San Antonio", sufriendo de una fiebre tifoidea, a consecuencia de la cual falleció.

Su cadáver fué embalsamado y el féretro preparado en envase de latón y cajón de madera, para envío a Alemania cuando se presentara una ocasión. Mientras, estuvo depositado en la "morgue" del Hospital largos meses.

Ampliando la información de mas arriba, la República estuvo en estado de guerra desde Diciembre de 1941 a Mayo de 1945, aunque fué el 10 de julio de 1951 cuando se declaró el "cese del estado de guerra" que existía desde 1941, entre la República y Alemania. Por casualidad escribo estas notas en la fecha del XL aniversario de los acontecimientos finales de la guerra, en 1945.

Antes de rebasar la década de los cuarenta, conviene revisa algo de los años 35-40.

El 12 de octubre de 1935 fué celebrado el Segundo Congreso Médico Dominicano.
Presidía el Congreso el Dr. Fernando Alberto Defilló. Los Vicepresidentes fueron el Dr. Ml. Emilio Perdomo C. y el Dr. Parmenio Wenceslao Troncoso de la Concha, el Dr. Fabio Amable Mota, Secretario, y el Dr. Armando Ortiz h., Tesorero. Dos Secretarios mas y 5 Vocales, 2 en total. Mi papel fué el de representar, con otros colegas mas, a la Provincia de San Pedro de Macorís, como Delegado.

En ese congreso presentó el Dr. Ravelo Barré un trabajo original intitulado "Nuevo Colorante Nuclear Extraído de la Pasiflora Tuberosa, Variedad Mínima" (L. morita). También tuvo eco después, pues se trata de un sustituto de la hematoxilina con algunas ventajas sobre ella.

Nota de arte: El 25 de mayo de 1940, me acompañaba mi querido padre, Don Eduardo Read R., a la sazón administraba los bienes relictos por Doña Tuena (+1936), al concierto compuesto y dirigido por su autor, el Maestro Don José de Js. Ravelo, "La Muerte de Cristo" (seg. San Mateo). Oratorio a 4 voces, coros y orquesta (40 profesores) en el Teatro "Aurora" de San Pedro de Macorís. Quizás fué la última vez que oímos la magnífica soprano nuestra Julieta Otero, acompañada de su hermana Belisa y del Tenor Rafael Sánchez Cestero, y los Barítonos Salvador Marty Otero y Federico Didiez Burgos. en el coro de hombres cantaba nuestro primo Ml. de Jesús Lovelace, tenor. (Era la "tercera audición" del Oratorio)

Siendo Presidente de la Cruz Roja Dominicana en la Capital el Dr. Fernando Alberto Defilló, recibí el nombramiento de Tesorero de la Delegación Provincial de San Pedro de Macoris y miembro de la misma; el Gobernador de la Provincia, Dr. Francisco Cordero, era el Presidente, período 1936-38. La "Cruz Roja" había sido oficializada por el Presidente Trujillo, por Ley del 15 de febrero de 1934.

La Revista de la Cruz Roja acogía artículos o trabajos de carácter médico.

La Asociación Médica Dominicana (A.M.D.)

Estuvimos presentes en la Capital, cuando en 1941 se reorganizó la Asociación Médica Dominicana. El Dr. Fernando A. Batlle, en su discurso de la re-inauguración del día 2 de diciembre decía: "..antes de reanudar la marcha por el camino que decididamente tomamos hoy, quisimos consultar a la clase médica del país...Todos nos respondieron reconociendo la necesidad de asociarnos"...
Asimismo, recordaba que "ya se habían celebrado 3 congresos médicos, pero el cuarto ha sido pospuesto varias veces" y nos proponemos celebrarlo en 1942, en el día y mes decretados.

Sin embargo, todavía fué pospuesto y vino a reunirse en el año 1944.

El Dr. Luis F. Thomén, ha escudriñado los orígenes de la Asociación Médica actual. La primera Sociedad Médica fué fundada en la Capital, en el mes de agosto de 1891 y fué su Presidente el Dr. Manuel Durán y su Vicepresidente el Dr. Juan Francisco Alfonseca.

Después, en 1926, se fundó la Asociación Médica Dominicana, según el acta legalizada ante notario fechada el 2 de septiembre de 1926. Entonces fué elegida la directiva:

Dr. Pedro E. De Marchena, Presidente,
Dr. Luis Eduardo Aybar, Primer Vicepresidente,
Dr. Arturo Grullón, Segundo Vicepresidente,
Dr. Antonio E. Elmúdesi, Tercer Vicepresidente,
Dr. Emilio Rodríguez Oca, Tesorero,
Dr. Félix Raymond, Secretario de Actas,
Dr. Viriato A. Fiallo, Secretario de Correspondencia,
Dr. Heriberto Pieter, Vocal,
Dr. Rodolfo Coiscou, Vocal,
Dr. Fernando Alb. Defilló, vocal.

Entre las primeras resoluciones tomadas, se acordó tomar como órgano de la Asociación, la "Tribuna Médica", revista de carácter médico que dirigía el Dr. Viriato A. Fiallo.

En la nueva directiva elegida el 15 de diciembre de 1928, figuraba el Dr. Parmenio W. Troncoso como Tesorero, quien entregó los fondos que tenía al de la directiva de 1941. Estaba constituída de la manera siguiente:

Dr. Fernándo A. Batlle, Presidente,
Dr. Darío Contreras, Primer Vicepresidente,
Dr. Heriberto Valdez, Segundo Vicepresidente,
Dr. Elpidio Ricart, Secretario General,
Dra. Consuelo Bernardino, Tesorera,
Dr. Alberto Paiewonski, Vocal,
Dr. Arturo Damirón Ricart, Vocal,
Dr. Gregorio Sicard, Vocal,
Dr. Rafael Santoni Calero, Vocal,
Dr. Rafael R. Cohen, Vocal,
Dr. Manuel A. Robiou, Vocal.

La directiva del año 1942-43 la presidía el Dr. Elpidio E. Ricart (el Dr. Hector Read, figuró como vocal).
Para el año 1943-44, el Presidente fué el Dr. Luis Fco. Thomen; el Dr. Manuel E. Perdomo y el Dr. Héctor Read como Vicepresidentes.

Desde el 1941 la Asociación acordó publicar la "Revista Médica Dominicana", en su tercera época, como órgano oficial. El primer número apareció en diciembre; dirigida por el Dr. F. A. Batlle y un consejo de redacción con los Dres. L. A. Betances, H Pieter, Ant. Grullón, C. Bernardino, A. Damirón Ricart, P. R. Cohen y Ml. F. Pimentel Imbert.
La Revista Médica Dominicana aparece ahora con 196 páginas de textos y VIII de anuncios, en ediciones trimestrales.

La "Revista" fué fundada por Don Rodolfo Cambiaso. Después continuó publicándola el Dr. Fdo. Alberto Defilló, hasta el año 1913, cuando le fué suprimida la subvención del Gobierno.

Después del eclipse de la revista que publicara el Dr. Defilló, nos quedamos prácticamente sin prensa médica dominicana . fué pues un lapso de 28 años. Durante esa larga pausa, casi inexplicable, aparecieron como vagos resplandores en la noche polar, dos pequeñas publicaciones: la ya mencionada Tribuna Médica, publicada por el Dr. Viriato A. Fiallo y la otra titulada Revista Médico-Farmacéutica, publicada por el Lic. Don Joaquín García Obregón y García, Catedrático de la Facultad de Farmacia y Ciencias Químicas. En ambas revistas publiqué, de mi pobre pluma algo que referiré.

La Revista de la Cruz Roja Dominicana también fué acogedora.

La Asociación Médica de Santiago de los Caballeros, de carácter local, fué fundada el 7 de junio de 1941, presidida entonces por el Dr. José M. Sánchez. El Boletín de la Asoc. Médica de Santiago, es el órgano oficial publicitario, desde 1963, por Dr. Sergio Bisonó.

Aquí se publicó también una revista, en forma de cuaderno: "El Estudio". Uno de los hermanos Castro era corredactor. También se publicaba "Analectas", en forma de semi-tabloide. El Dr. Ravelo Barré, colaboró en ese periódico.








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